18 de febrero de 2009

Nuestra historia

Si nos remitimos al Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, nos encontramos con que el término abanto hace referencia al: «Ave rapaz semejante al buitre, pero más pequeña, con la cabeza y cuello cubiertos de pluma, y el color blanquecino. Es muy tímida y perezosa, se alimenta de sustancias animales descompuestas, vive ordinariamente en el África septentrional y pasa en verano a Europa». Hay teorías que abogan por afirmar que esta ave era muy habitual en la zona, por lo que no sería descabellado entender que se diera este nombre al núcleo urbano que hoy ocupa Abanto.

Sin embargo, otras teorías consideran que el término abanto procede del italiano avanti, que en su traducción al español sería 'adelantado' o 'adelante'. Más acertada parece la teoría expuesta por Evaristo Sánchez que asegura que abanto es algo elevado, algo inexpugnable (recordemos en este punto la conferencia impartida en las Escuelas Viejas por el propio Evaristo el 11 de agosto de 1998). También se puede hacer referencia a que en determinados mapas toponímicos el nombre que se daba a este lugar era Avanto, por lo que habría que tener en cuenta la dicotomía existente entre el uso de 'b' y 'v' por nuestros antepasados.

Y en este punto no queda más remedio que recordar lo que llamamos el Castillo, para entender esta propuesta. También se ha llegado a hablar del origen indoeuropeo del topónimo, como afirma el profesor Francisco Marco (vid. su trabajo «Toponimia» en Estado actual de los estudios sobre Aragón, Teruel, 1978, I, p. 162). Por todo lo expuesto, se puede afirmar, no sin cierta desazón, que existen diferentes teorías sobre el origen de Abanto, sin que ninguna de ellas parezca haber tenido preponderancia sobre las otras con el paso de los años.
Hablar del pasado de Abanto es retrotraernos a la Prehistoria. A buen seguro que en aquellos tiempos ya existían asentamientos en la zona, que si bien quizá no estuvieron propiamente en lo que hoy conocemos como Abanto, sí que supieron aprovechar la situación orográfica para crear su propio espacio vital.

La historia más reciente escrita por los hombres de Abanto nos lleva a la época medieval. De ella se empiezan a documentar testimonios escritos en papeles que nos han llegado hasta la actualidad. En algunos sitios se cita la posibilidad de que Rodrigo Díaz de Vivar, héroe de la literatura medieval conocido como el Cid, pasara por Abanto. Si se lee detenidamente el Cantar de Mio Cid no se puede llegar a tal conclusión, pues en ningún caso se nombra término alguno que relacionar con Abanto. Más recientemente, desde diversas instituciones públicas se ha trabajado en la configuración de un hipotético recorrido del Cid a la luz de los versos del Cantar, que pasaría cercano al lugar deshabitado de Pardos.

Aunque no existen testimonios escritos que permitan afirmar con rotundidad la existencia población árabe en el lugar, no cabe la menor duda de su presencia a la vista de los vestigios que se conservan en el lugar y alrededores. En la parte alta del pueblo se sitúa lo que se da en llamar Castillo. Allí existió en su día una torre de argamasa, que tristemente cayó la noche tormentosa del 13 de junio de 1962. Afortunadamente, todavía queda algún testimonio fotográfico de su existencia.
Las teorías más avezadas apuntan la posibilidad de que los habitantes del lugar creasen túneles subterráneos que les permitiesen acceder sin ser descubiertos hasta el río. De esta manera conseguirían proveerse de un bien tan preciado. Por otro lado, algunas casas de Abanto todavía conservan la forma de media herradura en la entrada. Y como testimonio más revelador de todas estas afirmaciones se puede citar la reciente aprobación del escudo y la bandera, en los que se plasma un torreón y la media luna, fiel reflejo de la torre que parece remontarse a la época de asentamiento musulmán.
Desde entonces hasta la actualidad, poco por decir. Y no debido a que no haya nada que contar, que a buen seguro que lo hay, sino a la carencia de referencias y testimonios que hayan quedado plasmados en papel. Todo lo más, afirmaciones, divagaciones, historias, leyendas... palabras y las palabras, como bien dijo alguien, se las lleva el viento, mientras que lo que está escrito, escrito queda. La historia de Abanto se va escribiendo día a día. Como lugar que subsiste de sus propios recursos, el pueblo se mantiene gracias a sí mismo. En la época renacentista se construye un molino, del que queda apenas algunos restos. También de las mismas fechas parece ser la conocida como Casa las Bolas, en la que todavía se puede apreciar el contorno de un fresco de la Virgen. En Abanto quedan construcciones de mucho valor artístico, pero el paso del tiempo y en algunos casos la dejadez, están propiciando su decadencia irremisible.
Imagen de la Casa las Bolas

La historia más reciente nos habla de la desamortización de Mendizábal (1833), que provoca, entre otras cosas, la llegada a Abanto del retablo del Monasterio de Piedra que se conserva hoy en día en la Iglesia de la Asunción.

Los primeros años del siglo XX traen el pico de población en Abanto y su pedanía Pardos. Hasta mitad de siglo la población se desborda como en todos los pueblos. Sin embargo, el éxodo en busca de mejores perspectivas provoca una sima que continúa hoy en día. Hacia 1970 Pardos queda completamente deshabitado. Los servicios mínimos no han llegado al lugar y los pardeños han ido marchando muy a su pesar.

Hoy en día, siglo XXI, Pardos trata de salir del letargo. La creación de la Asociación Sociocultural de Amigos de Pardos ha supuesto una bocanada de aire fresco y sus actuaciones en favor de Pardos se suceden año tras año. La anécdota de un príncipe destronado vagando por el paraíso de Pardos ha dejado paso al esfuerzo y la ilusión de una gente que ama su tierra. Abanto trata de mantenerse en pie, a pesar de los pesares, y algunos nuevos proyectos, como la cantera de mármol, la rehabilitación del bar o las nuevas obras, hacen creer en una nueva primavera para nuestro pueblo.

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