2 de junio de 2009

Ojo de Pardos

La tradición habla de leyendas, historias, mitos, cuentos... que indagan en las curiosidades e inquietudes que impresionan al género humano desde que el hombre es hombre. La siguiente leyenda tiene su parte verdadera y su parte falsa, como cualquier historia que se transmite por medio del canal oral, pero que no por ello deja de tener su relevancia e importancia.
Cuenta la leyenda que muchos años atrás, doscientos o trescientos quizá, un labrador de Pardos se encontraba realizando las labores del campo con una pareja de bueyes. Este pardeño había comenzado su faena al hacer de día puesto que por las fechas en que el hecho sucedió —festividad de San Antonio, preludio del período estival— el rendimiento de los bueyes descendía considerablemente al llegar el calor, ya que les daba la mosca. Así pues, el protagonista de nuestra historia dio por concluida su labor de labranza hacia las 11:30 horas, para acudir a Pardos a comer.


En la pieza en la que estaba trabajando dejó los aperos de labranza y se marchó con los bueyes cara Pardos. El labrador llegó a su casa y fue recibido por su esposa que ya le había preparado unas ricas viandas para hacer frente a las penalidades que el trabajo del campo conlleva. Después de comer decidió bajar a finalizar su faena a eso de las 17:00 horas, una vez que el calor había remitido. Por el camino se encontró con otros labradores que acudían prestos a sus labores y con los que charló sobre la cosecha que se avecinaba y el calor que golpeaba sus espaldas.
Pero la sorpresa estaba por llegar y cuando el labrador llegó a la pieza en la que por la mañana estuvo laborando, no pudo dar crédito a lo que sus ojos veían. Sus herramientas de trabajo habían desaparecido y... ¡el terreno había cedido! Su finca ya no era un lugar de cultivo sino una pequeña laguna. ¿Qué había sucedido? Realmente ni el pardeño ni nadie lo supo, pero lo cierto es que donde otrora había tierra que labrar ahora solo se veía agua. Inmediatamente partió hacia Pardos para contar a sus vecinos lo ocurrido y desde entonces a aquel lugar se le llama el Ojo de Pardos, aunque en algunos mapas se recoge como Laguna Ojos de Pardos.

La leyenda no ha acabado ahí pues desde entonces y hasta la fecha el Ojo de Pardos ha estado cubierto por un halo de misterio y respeto. Si bien es habitual que la gente joven de Abanto se bañe en la Laguna de las Fuentes, superficie pantanosa que se utiliza para el regadío, muy poca gente se ha atrevido a introducirse en las aguas del Ojo de Pardos. La leyenda cuenta que una mujer de Abanto, teñida por una vida de problemas y penas, decidió acabar con sus días arrojándose a sus aguas.

El Ojo de Pardos fue utilizado en su día como fuente para regar los cultivos de la zona. Así, hacia 1933 se instaló un motor semidiésel procedente de Pamplona junto con una bomba que consiguió alcanzar los cinco metros de profundidad.

En la actualidad, el Ojo de Pardos contiene muy poca agua, debido a la carencia de lluvias del último año y, por supuesto, no se utiliza ya para regar. Sus plácidas aguas no parecen esconder ningún misterio, aunque la leyenda esté ahí.

Fotos tomadas en abril de 2005

1 comentario:

  1. Unas fotos muy bonitas, gracias por ir recopilando historias y datos sobre Pardos.

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